jueves, 8 de enero de 2009

Y mientras, en México...

Al menos el 50 por ciento de los migrantes centroamericanos que residen temporalmente en México, laboran en Chiapas, donde son un sustento de la economía agrícola regional, además de dedicarse a otras labores, entre ellas el servicio doméstico y sexual.

Las condiciones en las que este sector vive y labora, son por demás precarias: carecen de contratos formales de trabajo, el pago por sus servicios son incluso menores a los que perciben los mexicanos, tienen largas jornadas de trabajo, algunas veces hasta sufren de retención de los documentos migratorios, malas condiciones de los lugares en que se hospedan mientras trabajan en México (sin servicios, poco ventilados), falta de acceso a servicios de salud y, en el caso de las migrantes que vienen con hijos, falta de acceso a servicios educativos, etc.

Esta situación se da aun cuando México ha suscrito diversos instrumentos en materia de derechos humanos, en los que se obliga jurídicamente a la eliminación de formas de discriminación y a la protección de derechos, en general para todos los migrantes, pero algunos con énfasis en los casos de migración de mujeres y de niños, niñas y adolescentes. “Pero no se han emprendido esfuerzos específicos para formular una política migratoria que contemple las distintas modalidades de la migración.

Esa situación plantea un tipo distinto de exigencias, demandas, necesidades y respuestas, que deben estar contempladas en una política migratoria integral, coherente y articulada que, hasta ahora, no se tiene en México”, sostiene la especialista Rojas Wiesner.

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