martes, 16 de diciembre de 2008

Celebrando la Declaración Universal de los Derechos Humanos

Para divertir a la multitud, un presentador poblano hizo que se desnudaran, por dinero, un puñado de niños indígenas. Actuó auspiciado por el presidente municipal priísta de Hueytlalpan. Puebla se une así, a la celebración, este 10 de diciembre, del 60 aniversario de la Declaración Universal de los Derechos Humanos. Se trataba de niños pobres de entre 6 y 12 años. Por cada prenda que se quitaban recibían 50 pesos.


Se desnudaron con el alborozo de la multitud. ¿Por qué sigue violándose la dignidad de nuestros niños? Los mexicanos juguetean y muestran afecto haciendo mofa de los demás, y en especial del más débil. Porque quienes forjan los valores nacionales del México nuevo, las televisoras, vapulean constantemente la dignidad de quienes buscan el premio material, o los 15 segundos de fama asociados a “salir en la tele”. No debe sorprender, por tanto, el alborozo de la multitud poblana que hasta cooperó para el show del sonidero.

Debe reconocerse la valentía, y el estómago, de Felipe Calderón y de algunos ministros de la Suprema Corte quienes defendieron en público, y sin ascos, a Mario Marín. Igualmente importantes son aquellos que, con su silencio, hacen posible el reino de la impunidad en este mundo. Resulta lógico que el PRI guarde silencio; uno e s p e r a r í a más de la lúcida Beatriz Paredes, y de un partido que se dice moderno. Por acción u omisión, el abuso a los niños pobres de Hueytlalpan ya entró en el remolino de la “normalización”. El hecho adquirió notoriedad por una diputada local perredista, Irma Ramos Galindo, quien ya hizo las denuncias formales ante instituciones locales, algunas de las cuales abrevan en la corte de Mario Marín.

Dado el escaso peso que tiene la izquierda en aquel estado, y la fuerza del PRI, se ve difícil que prospere alguna acción contra el gobernante municipal de Hueytlalpan.

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