
El mundo entero tiene que pagar el precio de la falta de claridad sobre la sucesión de Mahoma. Dicha confusión ha ocasionado conflictos entre sectas (chiitas y sunitas).
La interpretación más extrema del Corán dicta que todo aquel que cuestiona o duda de la fe es considerado enemigo y sujeto a extinción: queda clara la guerra contra el mundo occidental.
Estas actitudes de intolerancia no se encuentran en el mundo moderno, pues éste, incluyendo su crecimiento económico y cultural, se basa en la tolerancia religiosa y el reconocimiento a la libertad individual de profesar cualquier fe, garantizada por un Estado laico (cosa que no sucede con el Islam, ya que Estado y religión se fusionan en uno).
Las varias interpretaciones del Corán dan cabida a que existan grupos de musulmanes que escogen la interpretación pacífica y propositiva del libro, y los extremistas, que engrandecen el mensaje de Mahoma a partir de sangre de gente inocente.
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